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Un gran verano


Atrey

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excelente historia sigue asi, y lo mejo de todo es que es en ESPAÑOL jajajajaj XD  

 

PD: a pesar de que dijiste que era tu primera historia esta muy bien redactada, tiene un aire propio que te lleva a imaginar la escena, te ilustra los personajes y te hace vivir esa vida como si fuera tuya, pule mas tu tecnica y seras un gran escritor

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Gracias por los comentarios. Creo que tardé un poco en sentar las bases de la historia. Ojalá les guste lo que viene.

 

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3.

Comimos rápido mientras me explicaba el trabajo que necesitaría hacer. Básicamente tendría que hacer un inventario de todo lo que había en la bodega de la tienda y sacar las cosas que no servían más. Mientras, Alberto se dedicaría a atender a los clientes, aunque me dijo que si necesitaba ayuda para mover algo solo tendría que avisarle.

Comencé a trabajar, aunque cada tanto salía con la excusa de tener alguna duda, en realidad lo único que quería era apreciar de nuevo los músculos de Alberto. Era mucho más alto que yo, en sus biceps gruesos se notaban algunas venas que terminaban en sus fuertes antebrazos. De todos modos lo que más me llamaba la atención, y hacía esfuerzos enormes para no mirar, era el bulto que se notaba en su entrepierna y que cuando hacía algunos movimientos se notaba más a través de la tela de sus shorts.

-Mmm, ¿Alberto?, creo que necesito ayuda para mover algunas cajas pesadas-, le dije aun nervioso.

-Claro, ahí voy.

 

Por más que lo había intentado no había forma de que yo moviera esas cajas grandes que obstruían el paso a otro estante. Había pensado en abrirlas y sacar algunas cosas para hacerlas más ligeras, pero al hacerlo me había encontrado con botellas de un líquido azul de al menos veinte litros, tampoco iba a poder moverlas.

 

-Listo- dijo Alberto- no eran tan pesadas como dijiste.

-Bueno, no soy muy fuerte- murmuré mientras me ponía rojo y bajaba la mirada.

-Oh, no te preocupes, acá estoy si necesitas algo más, ¿has pensado en entrar a un gimnasio? Te puedo conseguir un descuento en el que yo voy. De hecho iré saliendo de acá- dijo él y flexionó casi sin darse cuenta su brazo derecho haciendo que sus músculos respondieran de inmediato y se pusieran aun más tensos y grandes.

Pensé en ser su compañero y verlo levantar grandes pesos, ver cómo ponía a prueba ese cuerpo enorme y cómo me encantaría ver eso en vivo. Pero la perspectiva de estar yo a su lado, que viera cómo no podría completar ninguna rutina con el mínimo peso me hizo decir que no.

-Quizá luego, estos días estaré ocupado.

-Oh, bueno, igual levantando algunas cajas acá podrías hacer algo de músculo- dijo sonriendo.

Luego sacó una de las botellas de las cajas grandes y la dejó para que la anotara en el inventario y se fue pues en ese momento entró un hombre mayor interesado en comprar algo.

 

Por supuesto que me gustaría tener algo más de fuerza, pero no me atrevería a hacer el ridículo frente a alguien como él. Seguro se reiría de mi y eso no podría soportarlo.

 

Tomé la plantilla para anotar el nombre y cantidad de las botellas, pero vi que estaban en un alfabeto extraño para mí. Quizá sería ruso o de algún país de esa zona. No tenían ninguna marca de importación. Solo pude encontrar en un costado el año en que se habían hecho: 1985. Pensé en hablarle una vez más a Alberto, pero quizá sería depender mucho de él para hacer este trabajo. En lugar de eso tomé una foto a la etiqueta con mi celular y busqué en internet una traducción. Tres palabras terminé anotando en la plantilla, las que me dio el traductor online: catalizador biológico soviético. También hice una nota indicando que era material para tirar, las botellas llevaban ahí treinta años, no podían venderlas a nadie.

 

Con ayuda de Alberto subí las cajas a una carretilla de carga para llevarlas al contenedor de basura. Ya ese esfuerzo me hizo sudar mucho, al menos ya solo faltaba una hora para terminar e irme a casa. Seguro esa noche me masturbaría pensando en todo lo que había visto ese día.

 

Ya llegaba al contenedor cuando vi que una de las cajas de hasta arriba tenía una fuga. Con trabajos intenté bajar la caja para que al menos no mojara las demás. No había mucho qué hacer más que dejar que el líquido terminara de salir. Usé toda mi fuerza agarrando la caja, pero no pude con ella y solo conseguí hacer una rasgadura en el cartón que hizo que el líquido acumulado me cayera encima.

 

El líquido tenía un olor dulzón y era bastante espeso. Lo sentía por todo el cuerpo. Solo a mi me pasaban estas cosas, pensé. Dejé todo donde estaba y fui a donde estaba Alberto.

 

-Wow, ¿qué te pasó?- dijo queriendo reir.

-Nada, creo que iré a bañarme.

-Sí, seguro, ¿nos vemos mañana?

-Supongo...

 

Primer día y ya había hecho un ridículo. Mientras subía las escaleras sentía una sensación de calor que subía de mis piernas a mi pecho y de ahí a mis brazos. Lo atribuí al bochorno, quizá después de todo sí debería irme a casa de mi hermana. Mientras me bañaba no dejaba de sentirlo, estaba cansado de todo, cuando pensaba que al menos a Allberto podría caerle bien me pasaba esto.

 

Me puse un short y una camiseta y me fui a dormir aun sintiendo como un calor me recorría todo el cuerpo. Solo prendí el ventilador y caí sin más. Esa noche soñé con Alberto y con Tony e Isidro. Todos me miraban mientras yo crecía y crecía.

 

Cuando desperté sentí tres cosas: había tenido un sueño húmedo, tenía un hambre atroz y sentía algo distinto en mi, aunque no sabía bien qué.

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interesante historia , una trama particular, sin cosas repetidas de otras historias, y un desenlace interesante, (colocale mas drama, risas, llanto, etc)

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4.

 

Ese día sin duda era extraño. Nunca había tenido un sueño húmedo y éste realmente había sido notorio. Al quitarme la cobija vi que el semen había sido tan abundante que había atravesado mis pants y había mojado también una gran parte de la cobija.

Me levanté y noté cómo mi estómago rugía pidiendo alimento. Eso tendría que esperar un poco, al menos hasta cambiarme. Me quité la ropa y fui al baño, todo lo notaba un poco extraño, pero lo atribuí a aun estar algo dormido... cuando me vi al espejo me tambaleé y mi boca se abrió de par en par.

No podía ser. Mis brazos se veían definidos, ligeros músculos se notaban bajo mi piel, nada demasiado grande, pero estaban ahí, eran visibles. Mi pecho se veía algo pronunciado y mi estómago era plano, ayer tenía una pequeña panza, hoy no estaba más. Me pasé la mano por él y lo sentí endurecido, era una sensación muy extraña. Bajé la mirada y vi que mis piernas también habían ganado volumen, parecían como las de algunos chicos que practicaban futbol soccer en la escuela. Bastante gruesas y vigorosas. Mis pantorrillas se veían duras y acordes al nuevo tamaño de mis piernas.

Probé en flexionar un brazo, algo que siempre me había sentido apenado de hacer, incluso estando solo, y un pequeño monte de músculo se levantó. Jamás había sentido eso antes y era algo fantástico. Noté que mis hombros se sentían más anchos, haciendo espacio para mis pectorales.

No sabía qué había pasado, pero era genial. Mientras flexionaba mi brazo frente al espejo sentí claramente cómo empezaba a tener una erección. Incluso mi pene se veía más grande, no era mucho, pero yo podía distinguir muy bien cómo ya no tenía más los seis centímetros de siempre y que tanta vergüenza me causaban a la hora de ducharse después de las clases de educación física. Quizá ahora sería un par de centímetros más grande. Apenas puse mi mano en él solté un chorro de líquido preeyaculatorio, a pesar de lo mucho que había eyaculado mientras dormía sentía la necesidad urgente de masturbarme. Con una mano lo hacía mientras con el otro brazo flexionaba y veía cómo ya no era más el débil niñato de la noche anterior. Después de varios minutos me vine con un poderoso chorro que llegó al espejo. Jamás antes había eyaculado así tampoco. Ese día sentía que podía hacerlo todo.

Me hubiera podido quedar todo el día frente al espejo, pero un nuevo gruñido de mi estómago me obligó a apartarme de él. Tomé un boxer que me entró sin dificultad, pero noté muy distintos mis pantalones, los sentía al fin un poco ajustados, no era que me quedaran apretados, si no que parecían finalmente de mi talla. Cuando me puse la camiseta sentí lo mismo, sentí cómo la tela se amoldaba a mi cuerpo y dejaba ver una línea divisoria que mostraba mi pecho. Debajo se notaba que estaba yo y no más un montón de pliegues de tela. De nuevo sentí una erección, pero decidí ignorarla e ir por comida.

 

En un restaurant a dos cuadras de casa ordené una hamburguesa grande con papas que no me duró ni cinco minutos. Me paré y pedí una hamburguesa más que también devoré rápidamente. Creo que nunca había tenido tanta hambre como ese día. Cuando terminé mi cuarta hamburguesa el chico del mostrador me miraba con curiosidad. Me limité a sonreirle y salí de la tienda un poco apenado por la inmensa cantidad de comida que había ingerido.

 

Ahora me sentía de nuevo como el día anterior en la noche. Una sensación de calor me recorría el cuerpo, pero estaba mezclado con un torrente de energía que invadía mi cabeza. Necesitaba poner en acción mi cuerpo, moverme, poner a prueba los músculos que vi en la mañana y que ahora se sentían a plena capacidad. Empecé a hacer sprints en la calle, luego a correr en plena carrera por un parque cercano. Notaba cómo no me cansaba tan rápido como siempre, mi cuerpo me pedía más. Después de estar media hora me detuve y comencé a hacer abdominales, después de 20 repeticiones sentía cómo mi cuerpo comenzaba a cansarse, pero a la vez era una sensación genial la de continuar. Seguí después con lagartijas, sentía cómo mis brazos y pecho se llenaban de sangre que luego se esparcía por todo mi cuerpo.

Continué así por más de tres horas. Decidí parar cuando vi el reloj y vi que casi era hora de que la tienda abriera. Aun tuve energía para hacer una carrera hacia casa. Llegué justo cuando Alberto abría la puerta de la tienda.

 

Hasta ese momento me di cuenta de todo lo que había pasado en unas horas y del aspecto que tenía. Estaba bañado en sudor y tenía la respiración algo entrecortada. Él, en cambio, estaba más sensual que nunca, llevaba una camiseta sin mangas que dejaba ver sus brazos musculosos que seguían siendo de al menos tres veces los mios, el bulto debajo de sus shorts deportivos era enorme y dejaba ver además sus pantorrillas duras y grandes.

 

-¡Hola!, vienes de hacer ejercicio supongo-, dijo él.

-Err, sí, me levanté con ganas de correr.

-Yo también lo hago por las mañanas, a veces también pierdo un poco la noción del tiempo- dijo con una sonrisa.

-Oh, sí, ya voy a cambiarme y vuelvo.

-Deberías comprar algo de ropa para hacer ejercicio, no puedes ir a correr con jeans. En casa tengo algo de ropa que ya no me queda, mañana la puedo traer.

-Eso sería genial...-, pensé en cómo me vería usando ropa de Alberto y otra vez sentí cómo mi pene comenzaba a reaccionar y ponerse firme.

-Si corres acá en el parque podríamos hacerlo juntos y luego bañarme en tu casa, ¿sabes? En realidad eso me ahorraría mucho tiempo.

 

Obviamente le dije que estaba bien. Entrenar junto a él debía ser maravilloso y tan solo pensar en que se bañaría en mi departamento hizo que subiera las escaleras en un segundo por la urgencia de masturbarme.

 

Me desnudé otra vez frente al espejo y me vi. De nuevo me quedé boquiabierto. Quizá serían los efectos del ejercicio reciente, pero me veía aun más grande de todos lados. Mis brazos se veían firmes, mi pecho se levantaba ya claramente de mi cuerpo y veía a simple vista dos músculos abdominales que comenzaban a asomarse. Me masturbé con furia mientras me observaba y pensaba en Alberto.

 

Una cosa sabía ya. Ese crecimiento no era normal y solo había habido algo fuera de lo común el día anterior. Ese día en el trabajo me las arreglaría para recuperar las botellas que había visto el día anterior y también las subiría y guardaría en mi departamento. Pensé también que seguramente con esos músculos que sentía y veía en mis brazos subir las pesadas botellas no iba a ser un problema tan grande.

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