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El short de rugby (Cap. 5 - 28/05/20)


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- Capítulo 4 -

            Luego de un excelente y suculento desayuno con Pilar, decidí salir a la calle a hacer unas compras. Necesitaba ir urgente a la farmacia para comprar preservativos - la cantidad de veces que cogía con Pilar hacía que tenga que renovar las reservas cada semana - y unos suplementos de proteína que me recomendó mi entrenador del equipo. Mientras caminaba recibí un mensaje de Julián invitiándome a la tarde a tomar unas cervezas en un bar sobre el boulevard de la ciudad. Juli era un amigo del equipo de rubgy que siempre se mostró muy atento hacia mí y últimamente se mostraba muy... cariñoso. Siempre que se daba la oportunidad me saludaba con un abrazo que para mí duraba más de lo normal.

           En la farmacia aproveché para pesarme ya que hacía un tiempo que no lo hacía. Cuando leí el número no lo podía creer: la balanza marcaba 72 kilos, eran 6 kg ganados desde que había arrancado con los entrenamientos en el club. ¿Se puede ganar tanta masa en poco tiempo? No me sentía en absoluto más gordo, sino más fuerte, más potente, más musculoso. Me excitó la idea de pensar que toda esa masa era puro músculo, ubicada en las partes más sexis del cuerpo de un hombre: el pecho, los brazos, las piernas y los glúteos.

           Toda la ropa me quedaba más apretada desde hacía un tiempo. Pero un cambio interesante era cómo me quedaban los bóxers cortos. Antes, cuando me miraba frente al espejo teniéndolos puestos, me quedaban holgados, lo cual me gustaba porque dejaba libertad a mi pija y a mis bolas para moverse libremente, además de que la zona estaba bien aireada. Pero eso era parte del pasado. Esos mismos bóxers ahora se ajustaban muy bien a la nueva carne de mi cuerpo. Y la visión desde atrás era para dejar a cualquier mina babeando. Los bóxers terminaban justo por debajo de mis glúteos, los cuáles habían aumentado de tamaño, se habían levantado y se veían como dos masas carnosas que cualquiera quisiera morder para sentir su dureza.

          Todo este pensamiento hizo que se me ponga dura la pija. Qué ganas de empezar a mostrar más mis nuevos músculos, mis nuevas curvas. Lo mejor que podía hacer era entonces empezar a vestirme de una forma más provocativa, mostrando más carne pero no toda, sino lo justo, para que la imaginación de cualquiera que me viera haga su propio trabajo sucio. Un short... sí, un nuevo short de rugby tenía que ser una forma de empezar. De todas formas, había perdido el mío y sólo me quedaba el blanco que había conseguido en el club.

           A la tarde cuando me junté con Julián le propues, luego de las cervezas, ir a una tienda de deporte para poder comprarme un nuevo short. Juli se mostró muy interesado y me dijo que con gusto me acompañaba.

           La tienda a la que fuimos tenía una buena variedad de shorts. Si Pilar me viera vistiéndolos y caminando delante de ella estoy seguro de que se volvería loca y se masturbaría como lo hizo aquella vez que la hice acabar con el shortcito blanco. Después de elegir uno rosado-fucsia en mi talle S, perfecto para mostrar mis carnosos y protuberantes glúteos y mis gambas más gordas, pasé al mostrador para probármelo.

            Me saqué la remera, me cambié el jean por el shortcito y me miré al espejo. Era una locura mi reflejo. Mi cuerpo ahora empezaba a tener forma de hombre maduro: espalda ancha, una buena forma de V gracias a mi cintura angosta, perctorales turgentes que empezaban a separarse del resto del cuerpo y también entre sí. Los abdominales no estaban muy marcados, pero se podía ver una ligera definición que indicaba que estaban allí. La grasa que los recubría me hacía parecer a un fisicoculturista fuera de temporada: turgente y macizo.

             La parte de abajo estaba excelente: cada músculo estaba marcado, expandiéndose los músculos de la pierna hacia afuera, dando la imagen de unas piernas carnosas. Todo recubierto por un vello corto que aumentaba mi masculinidad. Y el culo... por favor. Qué enorme que tenía el culo. Y el shortcito rosado no hacía más que acentuarlo, con ese color que atraía la vista de cualquiera.

            Juli, desde afuera del probador, me preguntó si me quedaba bien el short o si tenía que buscarme otro. Corrí la cortina y lo invité a pasar para que me dé su opinión. Cuando Juli entró y me vió ahí semidesnudo sólo con el shortcito se quedó bocabierto.

            - Mirá el lomo que tenés, Lucho - me dijo, con gran asombro en su cara.

            - Vos tampoco te quedás atrás, campeón. ¿Qué te parece, me queda bien? - le pregunté.

            - Te queda impecable. Pero si es para los entrenamientos lo veo un poco ajustado. Se te marca un poco la pi... la parte de atrás.

           - ¿Ibas a decir la pija? - lo miré con cara rara.

           - No, boludo, la parte de atrás, el culo. Está re ajustado, eso te va a limitar la movilidad, no vas a poder moverte como antes. Probá un M - me aconsejó.

           - Mmm... No. Quiero que me quede ajustado. A ver... voy a probar qué tanto se estira - Empecé a probar la elasticidad haciando unas sentadillas, como las que haría en el gimnasio. Una... dos... tres... RIIIIIP. ¡No! ¿Rompí el short?

           - ¡Lucho, pará! Rompiste el short, atrás. ¿No ves el tajo? Te dije que te quedaba muy ajustado - aclaró Juli.

           Me empecé a reír en voz baja. En esos 6 kg que había ganado mi culo y mis piernas había crecido tanto que ya era momento de pasar a los talles M. Había roto un short de rugby, hechos todos de una tela dura justamente para resistir raspones contra el suelo y estiramientos en las jugadas. Todo esto me hizo sentir un toro, imparable, con ganas de crecer más y más. Comer, entrenar, coger, comer, entrenar, coger. Tenía un culo que era tan fuerte y grande que podía romper un short de rugby.

           - Ahora lo voy a tener que pagar y comprarme además otro más grande. Juli, ¿me buscarías el mismo modelo pero de talle M?

         Cuando lo miré a Juli me di cuenta de que estaba mirando directamente la rotura del short, que dejaba ver el bóxer negro que tenía abajo. Pero eso no fue lo que más me sorprendió. Lo que más me sorprendió fue que se le notaba la pija parada a través del jean. ¿Mi compañero de equipo se había excitado... con un vago?

 

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  • 2 weeks later...

@Ro20316 ¡Muchas gracias por los comentarios! ¿Sabés cómo podría hacer para modificar el título de la historia de manera que pueda cambiarlo y que aparezca la fecha cada vez que publico un nuevo capítulo?

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3 hours ago, BCAAfan said:

@Ro20316 ¡Muchas gracias por los comentarios! ¿Sabés cómo podría hacer para modificar el título de la historia de manera que pueda cambiarlo y que aparezca la fecha cada vez que publico un nuevo capítulo?

pos  mira, eso no lo se. Yo pensaba que se editaba normal al darle edit al primer post

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- Capítulo 5 -

           - Apa, apa, apa. Me parece que alguien está re caliente. Se te paró la pija, Juli - le dije, señalándo con mi cabeza la carpa en su jean.

           - Eh... ya vengo, te voy a buscar el talle M - me respondió Julián con un poco de vergüenza.

           Por su forma de comportarse se me hacía que Juli capaz era gay. Y esto que estaba pasando lo confirmaba. Una parte de mí lo entendía a Juli. Yo mismo mirándome al espejo me excitaba. Ver mis pectorales sobresalir de mi pecho y recordar cómo saltan cada vez que corro en los entrenamientos. Mis brazos cada vez más musculosos eran un desafío para sacarme las remeras de mangas cortas, que cada vez parecían achicarse y ajustarse más. Pero sin duda lo que más me prendía era sentir mi culo, sentir el peso de mi culo cada vez que camino o corro, esa masa turgente y enorme que hizo estallar hace un rato un short de talle S.

           Había una parte de mí que quería... ¿Cómo ponerlo con palabras? No sé… probar... probar... tener sexo con un... chabón... con un... hombre. El sexo con Pilar está buenísimo, pero había una parte de mí que quería poner a prueba mi nuevo cuerpo frente a un macho. Y la situación la tenía servida en bandeja justo hoy.

           Salí a la calle con el nuevo shortcito rosado puesto, cosa de calentarlo a Juli en el camino hacia mi departamento. Lo invité porque sentía que era hora de hacer realidad una de mis fantasías. Durante el camino hice como si nada, como que me había olvidado de la parada de su pija en el probador. Y él tampoco volvió a tocar el tema. Se notaba que el putito estaba disfrutando de verme con el short ajustadito, porque caminaba un poco detrás mío para mirarme el culo y las piernas. Y seguramente la espalda. La remera que tenía se me ajustaba arriba, dejando ver unos trapecios de rugbier bien marcados, dos elevaciones que hacían que mi espalda pareciera más ancha, más grande.

           Llegados al departamento, nos pusimos a tomar unos mates para pasar el rato mientras hablábamos de sexo con chicas. Juli era un pibe que tenía bajo su brazo un buen repertorio de minitas cojidas. Y ahí se me ocurrió la mejor idea para desatar el frenesí.

           - Juli, ya que estamos en tema, necesito tu opinión en algo.

           - De una, ¿qué necesitás, Lucho?

           - La próxima vez que vea a Pilar la quiero prender fuego. Necesito saber cuál short es más sexy, ¿este que tengo ahora - dije, levantándome de la silla y colocándome delante de él, bien cerca de él, girando levemente las piernas para ponerle mis glúteos cerca de su cara, mostrando bien cómo se tensaba la tela rosada por sobre la cola - o uno blanco que tengo en la pieza?

            Sin quitarme los ojos de la cola y de las piernas musculosas, Juli me respondió que quería ver el shortcito blanco antes de decirme su opinión. Fui a la pieza, me puse el blanco y me quité la remera. Volví en cuero y me puse delante de Juli. Se quedó con la misma cara que cuando me había visto en el mostrador. No me podía quitar los ojos de encima, iba de las tetas a las gambas, ida y vuelta, como escaneándome.

             - ¿El veredicto final entonces es ...? - le pregunté, dando unas vueltas para que me vea también la espalda y la cola en el shortcito blanco. 

             - Si yo fuera Pilar... - me empezó a decir.

             - Si vos fueras Pilar, ya me estarías chapando. Estás re caliente, pedazo de puto, no me mientas. No das más de lo caliente que estás. No te hagás el boludo, que no me olvidé de la pija parada en el probador. Mirá lo puto que resultaste ser. Así que yo te caliento, y sí, mirá el lomazo que tengo. Y mirá lo que son estas gambas - extendí la pierna y contraje los músculos para que se caliente un poco más con la definición que empezaba a tener - con estas gambas cualquiera se vuelve loco.

             - Lucho, yo ...

            Me tiré encima de él y le mandé la lengua de una dentro de la boca. Fue automático, se levantó y me abrazó, sin dejar de besarme. Sus manos empezaron a recorrer toda mi espalda, deteniéndose en los músculos marcados de la parte de arriba y en los hombros redondos que tenía ahora. En ese beso descontrolado, nuestras lenguas entraban y salían de nuestras bocas, entrecruzándose y haciendo que el chape fuera fantástico, re caliente. Yo no quedé atrás y aproveché para tocar todo el cuerpo de Juli. Él era un poco más alto que yo, 1 m 80, pero era más flaco, por lo que quien tenía el control era yo.

             Usando mi nueva fuerza lo empujé contra la pared y lo seguí chapando fuerte. Le saqué la remera y me encontré con un cuerpo bien tonificado, pero ni cerca de musculoso como el mío. Su cuerpo era como el de un modelo de moda que iba al gimnasio tres veces por semana. Masculino a la vista, pero mi cuerpo era mejor. Las manos de Juli ahora habían bajado hasta mi cola, apretando cada glúteo fuerte, mientras mis caderas se hundían con fuerza sobre su pelvis, haciéndole sentir mi pija parada encima de la suya que estaba dura como un palo.

             Sin parar de chapar nos fuimos a la pieza. Lo tiré encima de la cama y me coloqué encima suyo. Bajé mi mano y la metí por dentro de su bóxer para sentir su pija con mi mano. Lo empecé a pajear, a besar el cuello, lamiendo de lado a lado, subiendo hasta su mandíbula y bajando. Juli no paraba de gemir.

- Mirá cómo tenés la pija, trolazo – Le decía al oído con voz prepotente mientras lo seguía pajeando - Jugás al rugby pero bien que te gusta que un macho te domine. Vos sos un putito de libro, de l-i-b-r-o.

Juli estaba perdido en tanto placer. Empecé a mover mis caderas encima suyo como si me estuviera cojiendo a una mina, y comencé a lamerle y chuparle la oreja, con su pija todavía en mi mano.

- Decime, trolo – me pasé la mano que tenía libre por mis bolas, que estaban sudadas de tanto movimiento y calentura, y le metí tres dedos en la boca a Julián – ¿te gusta este olorcito? Éste es el olor a rugbier, a toro. Desde que entreno con ustedes estoy hecho un toro. Apa, claro que te gusta, se te puso más dura la poronga ¡Qué PUTO que sos! Decime, Juli, ¿te calentó, eh? ¿te calentó verme romper el short? Este culo está para chuparlo todo – Y eso lo llevó al éxtasis. Cerró los ojos y su cuerpo tembló. Acabó y me manchó toda la mano con leche. No había durado ni cinco minutos, acabó al toque el trolo.

- Naaa, no podés haber acabado tan rápido – lo miré a los ojos y le saqué los dedos de la boca – Te encantó, putito, te encantó – le dije y me quité de encima suyo. Tenía toda la mano manchada de leche – Me voy a lavar las manos, ya vengo.

Fui al baño y mientras estaba ahí limpiándome sentí que la puerta del departamento se cerraba con un golpe. Salí rápido para ver si Juli estaba todavía ahí, pero no. Se había ido y se había llevado su ropa. Y también el shortcito rosado. Mmm… ya veremos qué hacemos para que me lo devuelva.  

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Me imagino que ira  abuscar el short cuando este mas grande para darle un show a su amigo y ver como lo rompe tratando de ponerselo.

Me encanto esta parte. Es un chico sin prejuicios. Va por lo que quiere. Ya lo veo proponiendole trios a su novia

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