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El short de rugby (Cap. 5 - 28/05/20)


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Bueno, ¿cómo comenzar? En primer lugar, me gustaría que sepan que este es mi primer relato. Siempre tuve ganas de comenzar con uno, pero nunca me animé a hacerlo. No me considero un escritor, pero me parece que este ámbito se presta más a que dejemos volar nuestra imaginación sin importar mucho la escritura. Así que acá va el primer capítulo de esta historia. En este primer relato dejo mi mente fluir para ver cómo puedo llegar a darle forma después. Obviamente que recomendaciones y sugerencias son bien recibidas. Espero lo disfruten.

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El short de rugby

- Capítulo 1 -


            Me llamo Luciano - Lucho para mi familia y amigos -, tengo 20 años y vivo en la ciudad de Santa Fe, Argentina. Siempre fui un chico activo físicamente aunque no tenga la complexión de un deportista profesional o de un pibe que va de forma rutinaria al gimnasio. Para mis 1.70 m de altura y 66 kg, no puedo quejarme de mi imagen corporal. Soy delgado, pero tonificado y marcado. Además, soy un pibe que el resto de la gente considera lindo: tengo ojos color miel, pelo corto lacio color castaño, cara de nene tierno con una hermosa sonrisa que derrite a cualquiera. Y una barba que empezó a crecer hace poco, y que dejada unos días me da un aspecto de pibe sexy que me gusta mucho. 

            Hace poco me mudé a un departamento para estudiar en la universidad, dejando por fin la casa de mi familia, y esta nueva libertad viene acompañada también de querer emprender nuevas actividades. Y para mí el deporte es importante, así que estuve haciendo averiguaciones para arrancar rugby. Para quienes no lo saben, Santa Fe es una ciudad con bastante trasfondo de rugby, donde este deporte junto con su cultura está muy implantados en la sociedad, sobre todo en las esferas más altas de la sociedad.

            ¿Por qué rugby y por qué no otro deporte? Porque siempre me fascinaron los jugadores de rugby. No me considero gay - estoy de novio con una chica llamada Pilar desde hace unos años. Ella tiene mi misma edad y es jugadora de voley y también hace patinaje artístico, por lo que tiene un físico envidiable -, pero me encantaría tener la potencia física y sexual que estimo tienen estos jugadores. Ver esa potencia en los sprint y en los scrums, siempre me dio ganas de algún día desarrollar mi cuerpo a ese nivel y ser una especie de máquina sexual.

            Después de haber averiguado en los diferentes clubs, me decidí por uno y arranqué. La verdad que los primeros tres meses fueron muy intensos. Fue adaptarse a un nuevo ritmo aeróbico, a mucho esfuerzo físico comparado con la natación y a una nueva rutina diaria que equilibre los nuevos horarios de entrenamiento y gimnasio con la facu, el estudio y la vida personal.

            A pesar de todo, los cambios estaban a la vista después de ese tiempo. Estaba muy tonificado en todas partes: el pecho lo tenía más turgente, empezaba a tener unas lindas, aunque pequeñas tetas que respondían a la contracción cuando quería moverlas. Los brazos los tenías más inflados, como si hubiera estado entrenando todos los días en el gimnasio, pero no era así. Los tríceps se me marcaban cada vez que extendía el brazo, y ponerme una chomba ajustada robaba muchas miradas en la calle. Todo esto era el principio de los cambios, era empezar a tener un cuerpo que había soñado.

            Físicamente hubo cambios. Sexualmente, también. Mi rendimiento sexual había aumentado mucho, sentía que podía tener sexo con Pilar tres o cuatro veces en una noche y no cansarme en absoluto. Pilar estaba sorprendida y amaba los cambios de mi cuerpo.

            Una de las cosas que la volvían loca cuando estábamos en la cama era cuando la daba vuelta, la ponía boca abajo y le metía la poronga por el culo, lamiéndole la oreja y llamándola mi puta. Ahí ella podía sentir mi nuevo peso – había ganado unos 3 kg gracias al entrenamiento y a la nueva alimentación - y mi nueva potencia encima de ella. Arqueaba la espalda pidiéndome que le dé más fuerte, que la haga su puta y que la domine. Me volvía loco ver la raya de su culo torneado siendo aplastado por mi pelvis cada vez que la penetraba. Me sentía, literalmente, una bestia.

            Puedo decir que empecé a estar como quería. Me había acostumbrado ya a la rutina: facultad, estudiar y, más tarde, el gimnasio o entrenamiento en el club, dependiendo del día. En esa vorágine de actividades, un día llegué al club y me di cuenta cuando me estaba cambiando para salir a la cancha de que me había olvidado el short. Les pregunté a mis amigos si tenían alguno y me dijeron que me fije en una caja donde se guardaba ropa que otra gente se había olvidado y que nunca más habían buscado. En la caja busqué entre diferentes prendas de rugby y encontré un short de rugby, blanco, de la misma marca que yo tenía y que era talle L, dos talles más que el mío, S. Aunque sea más grande lo necesitaba, no podía salir en bóxer a la cancha. Al ponérmelo, sentí que tenía un fuerte olor a sudor, ese mismo olor que el cuerpo emana cuando terminas de correr o un entrenamiento en el gimnasio. Pero también tenía olor a bolas, o a sexo, no sabría muy bien cómo describirlo. Olor a macho, creo que termina siendo una buena definición.

            Esa noche en la cancha lo di todo. No sé qué me pasaba. Pero estuve muy concentrado durante todo el entrenamiento y sentí que no me cansaba tanto como antes. Sentí que los músculos no se me fatigaban tanto, las piernas me respondían rápido y los reflejos los tenía más agudizados. La verdad me sentía muy bien.

            Después de estirar y terminar el entrenamiento, nos fuimos con mis amigos a los baños del club, para sacarnos toda la tierra y el sudor que teníamos encima.

            - Hoy estuviste a full, Lucho - Me dijo Joaco, uno de los del equipo.

            - Sí, terrible. No sé qué me pasaba – respondí.

            - Te estás acostumbrando un poco a este tipo de entrenamiento. Yo te veo un toque más marcado, chabón. Como que te inflaste un poco últimamente.

            - Viste, me encanta. Me siento más fuerte, como con más vitalidad. Y tengo una calentura que no sé cómo sacármela. A mi novia le encanta.

            - Bienvenido al mundo de ser un rugbier. Si seguís así la vas a dejar pidiendo agua más de una vez. A las minas les encantamos.

            Una ducha bien caliente me dejó como nuevo. Era pleno Julio, mucho frío. Tenía ganas de irme a mi departamento a comer algo caliente y a dormir, ya que al otro día tenía facu bien temprano. Sin darme cuenta, guardé el short de rugby blanco que había tomado prestado junto con la otra ropa de deporte en mi bolso. Saqué para vestirme un pantalón de jogging y una chomba color roja que había traído, y encima me puse una campera de algodón azul marino, que contrastaba bien con el rojo.

            Caminando solo por el boulevard de la ciudad, volviendo al depto, sentí que la chomba me apretaba más a la altura de los hombros. No sé si era por el entrenamiento que había tenido o qué, pero la sentía muy incómoda, más que otras veces. De todas formas, la verdad, estaba empezando a amar esa sensación de empezar a sentirme más inflado como había dicho Joaco. Estaba empezando a tener el cuerpo y la potencia de un rugbier.

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¡Muchas gracias por los buenos comentarios! La verdad que me pone contento y me motiva a seguir con esta historia. Bueno, acá va el capítulo 2. Ahora sí, Lucho ya está más metido en los cambios de su cuerpo y Pilar empieza a gozarlo más.

- Capítulo 2 -

           Esa noche dormí como no había dormido en mucho tiempo. Mi cuerpo necesitaba descansar y recomponerse después de la gran actividad física del día anterior.

            Al día siguiente, mientras estaba preparando el desayuno, sentí que me sentía físicamente diferente. Me sentía más… pesado. No era una sensación de pesadez, de esas que vienen luego de comer mucho, sino la sensación de que mi cuerpo tenía más masa, más... músculo. No podía haber crecido de la noche a la mañana, era imposible, así que dejé ese pensamiento volar y seguí con mi desayuno. Esa mañana me preparé uno muy suculento para poder saciar ese enorme hambre que tenía.

            Por esa semana el entrenamiento ya había terminado. Aun así, si mi objetivo era seguir mejorando en todo esto del rugby, tendría que poder encontrar otros pequeños momentos durante la semana para seguir construyendo mi físico y mi resistencia. Esa tarde entonces decidí salir a correr por la costanera de la ciudad para poder disfrutar de un poco de aire libre.

            Me dirigí a mi habitación para poder buscar ropa cómoda para correr. Me puse una remera mangas cortas y encima un buzo para protegerme del frío. Pensé con qué podía combinar ese buzo oscuro y me dije que la mejor opción era algo blanco. Por ningún lado del departamento encontré mi short de rugby blanco. Por suerte, encontré el short que había traído del club. Me lo puse y me miré al espejo. Claramente el color blanco me quedaba bien. No había ninguna duda. Además de las piernas que empezaban a estar torneadas y marcadas, una cosa que me excitaba mucho era ver cómo se me empezaban a marcar los cuádriceps. Algo muy de rugbier. Iba por el buen camino entonces.

            Corrí durante una hora, manteniendo un ritmo muy bueno y sintiéndome lleno de vitalidad. Como no sentía una buena fatiga, me propuse hacer algo distinto. Cambié el recorrido y me fui a correr por la arena de la playa. Eso sí que fue un cambio. No es nada fácil correr en la arena. Los músculos de las piernas los sentía ardiendo, como si estuviera haciendo sentadillas hasta el fallo. Qué hermosa sensación. Esto sí que va a traer buenos resultados, pensé.

            Cuando volví al departamento, recibí un mensaje de mi novia Pilar diciéndome que esa noche se iba a dar una vuelta para que pasemos la noche juntos. Y que me prepare, porque tenía unas ganas de coger terribles. Excelente, pensé. Esta noche le voy a dar bien fuerte, va a ver en el rugbier en el que me estoy convirtiendo.

            Luego de darme un buen baño, me fui a la pieza para poder cambiarme y ponerme bien sexy para esa noche de lujuria con mi novia. Me puse un jean negro que me quedaba bien ajustado – admito que estaba más ajustado que de costumbre – que me marcaba muy bien el culo y estilizaba mi figura. Sabía que con eso la iba a volver loca a Pilar. Me puse una remera de mangas cortas de color blanco, que me marcaba bien los pectorales. Cuando me la terminé de colocar, la sentí muy ajustada. Me fui a ver al espejo y vi que las mangas apenas podían terminar de cubrirme los hombros. ¿Se habrá achicado en un lavado? Pero algo más me llamó la atención. La forma en que se me marcaba la espalda. Tenía los trapecios más marcados, se podía ver perfectamente desde atrás las líneas que los separaban del resto de la espalda. Además, estaban más protuberantes, empezaban a marcarse como pequeñas montañas, haciendo que mi espalda parezca más grande. La verdad que la remera me quedaba muy bien. A pesar de que estaba ajustada, decidí dejármela. Total, era una noche con mi novia.

            Cuando llegó Pilar al departamento, después de comer juntos y disfrutar de una buena charla, nos sentamos juntos en el sofá.

            - Mi amor, ¿estás comiendo bulones últimamente o qué? – me preguntó.

            - ¿Eh? ¿Por qué lo decís? – Obvio que sabía el porqué. Pero quería escucharlo salir de su boca.

            - ¿Vos te viste la espalda? Estás más grande. Es una locura cómo se te marca. Y esa remera blanca me está volviendo loca.

            - Esto es por el rugby, mi amor. Si te gusta, no tengo drama de sacarme la remera.

            - No, ni a gancho, yo te la saco.

            Como si la hubiera poseído un demonio, me agarró y me empezó a chapar fuerte, sentándose en mi regazo, frente a frente. Había olvidado la última vez que habíamos tenido un beso tan fogoso, de esos que están hechos de pura lujuria por el otro. Cuando te querés volver uno con el otro, que sus cuerpos se fusionen.

            Me trató de sacar la remera de un tirón, pero tuvo problemas para sacármela. Mi tamaño no estaba ayudando. Luego de quitármela, se quedó mirándome asombrada.

            - Ay, por favor, qué bueno que estás. Mirá lo que es este pecho, me encanta que se te empiece a marcar la línea entre los pectorales.

            Eso me prendió fuego en un segundo. Con la nueva fuerza que tenía, la moví rápido como si fuese una pluma y me puse encima de ella sobre el sofá. La posición misionero, una de mis preferidas. La desvestí toda en unos segundos, arrancándole el corpiño. No me importó nada que sea de encaje y sea uno de sus preferidos. Mientras nos besábamos con mucha calentura, dirigí mi mano a su clítoris y empecé a estimularla con los dedos. Por favor, qué mojada que estaba.

            - Quiero que mientras te cole un dedo, sientas toda la espalda marcada que tengo. Es tuya, mi amor, disfrutala y gozá – le dije, mientras empezaba a masturbarla con un dedo y luego con otro más, despacito.

            - Ay, sí, seguí así. Andá lento, que me encanta. – Me dijo mientras sus manos recorrían toda mi espalda, sintiendo cómo a veces me clavaba las uñas y se aferraba a mi como un animal en celo.

            - Dame un segundo que me saco el pantalón – le pedí, porque me estaba apretando mucho la pija.

            - No, ni se te ocurra. ¿Vos viste el culo que estás teniendo? Estás grande por todos lados. Esta espalda me encanta. Pero masajear ese orto me gusta más. Sabés que me gustan los pibes con culos duros y parados. Dejate ese jean que hace maravillas.

            - Ah, pero hoy estás bien puta. Bueno, si eso te calienta más, me lo dejo. Pero con una condición. Me vas a dejar que te cole dos dedos más. – Sin más preámbulo, introduje dos dedos más en su concha y empecé a masturbarla más rápido, besándole el cuello y las tetas al mismo tiempo, deteniéndome en los pezones y mordiéndoselos suavemente. Qué ricas tetas tiene mi novia.

            Su expresión cambió primero a una expresión de dolor, pero enseguida se transformó en una de placer intenso.

            - Uf, me estás poniendo a mil. Qué buena colada de dedos. Dale, seguí mi amor, haceme acabar mientras te toco ese culo duro que tenés. Dale, seguí.

            - Este culo es todo para vos. Y ni te imaginás cuando te agarre y te la ponga hasta al fondo. Este macho te va a coger como nunca nadie te cogió antes.

            De repente, sentí sus fluidos salir de su concha. Esas palabras y la excitación que sentía al tocar mi nuevo cuerpo la pusieron al límite y acabó. Me agarró la mano con la que la masturbé y se llevó los dedos a la boca, lamiéndolos uno por uno y mirándome directo a los ojos. Como tenía el brazo doblado, pude ver que lo tenía más grande que hacía unos días. Me sorprendí al ver una bola de músculo, dura y maciza, que estaba era mi nuevo bíceps.

            - Qué buena paja me hiciste, mi amor. Si seguís poniéndote así de fuerte me parece que nos vamos a tener que ver más seguido. Y por favor no dejés rugby, que estás hecho un potro.

            - Quedate tranquila que no lo voy a dejar. Mirá en el pibe que me estoy transformando. Ahora descansá un rato que esto recién empieza. – le dije, mientras sentí que la pija me explotaba de la calentura que estaba teniendo. Esa noche me la iba a coger como nunca antes. Y no una, muchas veces más.

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Me viene encantando, pese a "Pilar" no es un "Marcos" jajaja. Ademas, tenes una forma de escribir que es simple y directa. Y por simple no me refiero a básica, sino a que no hay una decoración narrativa que haga las oraciones inncesariamente largas.

Mi unica observación (algo puramente personal) es que no me convencen las expresiones locales "ni a gancho", "ni a palos", "uy que fuerte estas". Se me hacen raro no se jajja... quizá sea por la costumbre de leer historias en inglés.

Me quedo con ganas de maaaas!!. No se que deparará en la vida de esta parejita.. y sin animo de querer influir en la historia, me pregunto: ¿como tomará Pilar si su novio sigue creciendo? ¿son los musculosos lo unico que le crece? y si asi fuera ¿lo disfrutará?¿se asustará?. En el ambito deportivo. ¿como tomaran sus compañeros de equipo a ese crecimiento? ¿habrá celos dentro del equipo? ¿será por el que todas las chicas se babeen incluidas las novias de esos amigos? ¿cambiará la forma de ser? ¿hasta donde crecerá?¿el shorcito blanco reventará en alguna momento? jajaj. 

Y algo que en lo personal me gustaria ver, es algun numero. Alguna escena el que se haga algun pesaje o se mida el biceps o algo para poder hacerme una idea de su tamaño. O algo asi.

 

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  • 1 month later...

Un capítulo lleno de... detalles. ¡Espero les guste!

- Capítulo 3 -

            El sol de mañana que empezaba a entrar por la ventana del dormitorio me despertó. Con delicadeza fui abriendo los ojos, tratando de entender dónde estaba. Había tenido una noche de sueño tan profundo que me levanté desorientado. La causa no era nada más ni nada menos que la tremenda noche de sexo que había tenido con Pilar. Ella estaba a mi lado, durmiendo plácidamente. Seguro estaba exhausta después de haber cogido sin parar y durante horas con semejante macho - es así, lamento si piensan lo contrario. Sé cómo hay que cogerse a una mina, y más a mi novia -. Así, decidí dejarle unos minutos más de descanso antes de tener un rato del famoso "sexo mañanero".

            Como todos los varones saben, el roce de las sábanas en la pija hace que nos levantemos todos los días con una erección de novela. Y qué lindo despertarse así después de haber garchado como un dios. Masajeándome la pija despacio, sintiendo cada dedo alrededor de mi tronco, subiendo y bajando lentamente, y oliendo el olor a semen de hombre que emanaba de las sábanas, me puse a recordar los mejores momentos de la noche. Si hay algo que me excitaba por demás, era la posición de misionero: tirar todo mi peso sobre sus tetas, besarla en la boca y mandarle la lengua hasta el fondo para parar sus gemidos, sentiendo cómo mis fuertes glúteos de rugbier se contraen para penetrarla hasta el fondo, llevándola al éxtasis, haciendo que me pida más, que la domine, que la haga suya, que nadie se la cogió como yo lo hago.

          Sin darme cuenta por estar metido en mis propios pensamientos, PIlar se despertó, se apoyó sobre mis pectorales y comenzó a besarme en la boca. Pero este beso era... diferente. Es ese beso en donde se mezcla un deseo sexual y un sentimiento de amor, todo en uno y en la cantidad perfecta. Ese beso que implica lengua, mucha lengua y mucha saliva. Ese beso que no sólo viene acompañado por la sensación de tacto en la boca, sino también por el sonido de los besos húmedos y por el olor corporal del otro. Debo decir que aunque me agarró desprevenido, comencé a besarla cómo ella lo hacía.

            Pilar siguió besándome, bajando luego por mi cuello y pasando a mis orejas. De allí se dirigió hacia mis pectorales, dándole la atención que merecían en las tetillas. Mordeduras suaves, jugetonas, que hicieron que mi pene empezara a largar precum. Pasó luego a mis abdominales, hasta detenerse en el ombligo, introduciendo su lengua, girándola de forma sensual. Y finalmente... finalmente llegó a mi pene, que estaba duro como una barra olímpica.

            Mi novia sí que sabía hacer un buen pete. Mis 16,5 cm entraban justo en su boca, por lo que antes de llenársela empezó a darle besos en la cabeza, pasándosela alrededor de los labios y azotándola después contra sus mejillas. La leche de mi pija y la luz del sol que entraba hacía que le brillen los labios de una manera angelical, pero sádica al mismo tiempo. Una lamida hacia arriba, una hacia abajo, otra hacia arriba, otra hacia abajo, otra ... - se equivocaron, una buena chupada de huevos, una succión uno por uno - y mucha lengua hasta llegar hasta la punta. Y el momento cúlmine llegó, metiéndose mi carne en su boca, hasta el fondo, provocándole una ligera arcada. Ver su pelo recojido, sus curvas femeninas y las sombras en su cuerpo me hicieron acabar al instante, llenándole la boca de leche. Una, dos, no sé cuántas veces le acabe, pero Pilar se tragó todo. Bien puta mi novia, una de las cosas por las que la quiero tanto.

            Viéndome temblar de pies a cabeza por el hermoso orgasmo que había tenido, se recostó a mi lado.

            - Yo no sé qué será, pero desde que empezaste rugby tenés la testosterona por las nubes. No puedo creer la cogida de ayer... - empezó a decir.

            - LaS cojidaS de ayer, laS. - la interrumpí.

            - LaS, laS, tenés razón. Y no sé de dónde sacás tanta leche. Con todo lo que acabaste ayer podrías haber poblado un nuevo planeta. Y hoy a la mañana me llenaste de nuevo, increíble.

            - Todo para vos, mi amor. Sabés que cuando quieras esto puede repetirse. Tengo energías de sobra. Hablando de energía, voy a preparar el desayuno, esperáme acá que te lo traigo a la cama - porque además de estar hecho un toro soy un novio amoroso.

            Me levanté de la cama, exponiendo mi parte delantera hacia el sol. Mi novia quedó dentrás mío, observando cómo la luz matutina que entraba recortaba mi figura y dibujaba mis mejoradas curvas: mis hombros más redondos y sobresalientes, mis tríceps más abultados, mis piernas torneadas y potentes, y la mejor parte ... mi espalda, que empezaba a tener una forma de V.

           - Uff... si vos te vieras la espalda - me dijo Pilar.

           - Alguien sigue caliente incluso después del alto pete que me hiciste - le respondí, girándo sólo la cabeza y dejando que siga deleitándose con mi figura.

           - Lucho, ponete un short de rugby... ESE, el blanco que está en el piso - me ordenó.

           - ¿Eh?, ¿para qué? - le pregunté, simulando una expresión de sorpresa. Y sí, si yo hubiera sido mina y etuviera delante de semejante pibe, le habría dicho lo mismo. MÁS si era un rugbier. Jaja, ni que me gustaran los pibes.

            - Dale, no te hagás el boludo y ponételo. Pero subítelo despacio, así puedo contemplar por más tiempo ese culo grande que tenés.

          Cuando estaba por recoger el short, sin moverme mucho de donde estaba, oí un sonido inconfudible. El sonido de una mujer masturbándose, de sus dedos entrando y saliendo de su concha húmeda. Ahí es cuando entendí el objetivo de Pilar, una mina que bien sabía gozar de su sexualidad.

            Con gracia y lentitud levanté un pie y luego el otro, colocándolos por dentro del short. Lo empecé a levantar con delicadeza, levantando mi espalda pero manteniéndola recta y sólo articulando en las caderas, así mi puta tenía una vista más completa de mis piernas. Sentía como mis femorales estaban tensos y se marcaban desde los glúteos hasta las rodillas. Mis gemelos eran una roca, tensos, duros y un poco más voluminosos que de costumbre. Seguí subiendo mi espalda, empezando a mover las rodillas, una por una, hacia adelante y hacia atrás, para que mi cola hiciera un show sexy. A medida que me enderezaba, iba subiendo más y más el short.

            Cuando llegué a la altura de la cola, Pilar empezó a masturbarse más rápido. Sus gemidos eran más sonoros y se sentía que se estaba colando los dedos más rápido. De manera erótica empecé a levantar el short por sobre mis nalgas, sintiendo cómo la tela iba cubriendo cada fibra de músculo y se iba ajustando al nuevo volumen. Una vez puesto, masajeé mi cola con mis manos, sientiendo la tela y apretando la carne turgente para sentir esa fuerza ganada en los entrenamientos. Empecé a mover la cadera de un lado a otro, como si estuviera haciendo un baile erótico. Y en un momento, arranqué a moverla hacia atrás y hacia adelante de forma controlada, recordando los mejores movimientos que le fascinaban a mi novia. Y así es que, incluso sin estar tocándola, Pilar gritó y gimió por última vez. Había hecho acabar a mi novia sólo con mi cuerpo y sin tocarla. Sólo con mi figura.

              - ¿Acabaste? - le pregunté, dándome vuelta y viendo a mi novia sudada, con su mano derecha ubicada entre las tetas y su otra mano en la concha, toda mojada. La muy puta se había puesto mi bóxer de la noche anterior en su boca. El bóxer que estaba lleno de semen y con un olor a bolas penetrante.

               - Te lo vuelvo a repetir - alcanzó a emitir débilmente entre jadeos cuando se sacó el bóxer de la boca - si vos te vieras la espalda y ese culo hermoso que tenés... Ahora andá a preparar el desayuno mientras yo me recupero y me baño, así me saco toda la leche que me acabaste encima.

 

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