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dangerdanger

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eso! que siga creciendo Fran! que vaya a una fabrica de esteroides y se vuelva loco de tanto inyectarse roids! que explota mas! mas roids! quiero mas! mas gigante! grrrrr

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CUATRO

 

Durante el mes que Fran se fue a visitar a unos clientes yo soñé cada noche con su inmenso y musculoso cuerpo. En mis sueños Fran crecía de una forma desproporcionada y sus músculos adquirían un tamaño y una densidad imposible. Podía ver su pecho inflarse, sus brazos volverse más sólidos, los bíceps cada vez mas grandes, podía ver sus hombros como rocas gigantes y su espalda expandiéndose delante mío mientras sus piernas aumentaban su fuerza, su tamaño irreal y se volvían mas gruesas. Y Fran cada vez más grande y más fuerte, flexionando todo su cuerpo para que yo sintiera lo fuerte que estaba mientras me apretaba contra la pared. Solo eso. La pared de un lado, Fran con su pecho cada vez más enorme del otro y yo en el medio. Mientras él me decía:

—Sentí mi cuerpo, enano. Sentí lo enorme que estoy. Sentí mi pecho. Sentí mis brazos. Sentí mis músculos increíbles. Sentí mi fuerza de macho. Tengo un cuerpo increíble.

Me despertaba todas las noches después de haber acabado.

Cuando pasó un mes de que se fuera un señor vestido de traje me tocó el timbre de la puerta. No era un traje moderno, por el contrario, todo lo suyo parecía de otro tiempo. Como salido de una película del siglo pasado.

Se presentó del siguiente modo:

—El señor me pidió que lo viniera a buscar.

—¿El señor? —pregunté.

—Usted lo debe conocer como Fran…

Eso me dejó pasmado. En la calle había una camioneta negra. El viejo ese era un cochero. Me dijo que ”el señor” lo había mandado a buscarme, ya que había que dejar el departamento donde yo estaba viviendo.

Eso no me dejó demasiada alternativa. Junté mis cosas y me subí a la camioneta.

—¿A dónde vamos? —le pregunté y recibí esta respuesta:

—Al castillo.

Eso me causó un estremecimiento más grande, como si tirara una piedra en un pozo y me quedara esperando el golpe en el fondo.

De más está decir que el fondo quedaba mucho más lejos de lo que yo creía.

En algún momento del viaje me quedé dormido, habremos viajado durante horas. La ciudad había quedado lejos y lo mismo con los caminos asfaltados. Hacía tiempo que íbamos por un camino de tierra. Entonces vislumbré las montañas delante nuestro. Así estuve mirando el gigantesco paisaje a mi alrededor hasta que el movimiento me volvió a dar sueño. Cuando me desperté nos habíamos detenido.

Estábamos a las puertas del castillo más enorme que había visto en mi vida. Era una estructura de piedras enormes puestas con una maestría impensable unas sobre otras, pero lo que más me dejó impresionado fue el tamaño descomunal de la puerta de entrada. Debía tener más de veinte metros de alto. El castillo emanaba un frío feroz.

El cochero le dio mis maletas a un joven que por la ropa supuse que sería un botones que me sonrió y me llevó dentro. El salón de entrada estaba lleno de personas a las que por sus atuendos y su aspecto no dude en catalogar de ricos. Gente con mucha plata, vestidas con ropas más caras que mi departamento, con cosas brillantes y cara de cagar dinero. El botones me llevó por una escalera hacia el primer piso y por un pasillo hasta mi habitación. Dejó mis cosas detrás de la puerta y dijo esto:

—Disculpe, ¿es verdad que usted es amigo del señor?

—¿Señor? —pregunté pero entonces recordé la frase del cochero—. Sí, sí, somos amigos.

Y ahi sin que me diera tiempo de nada el botones se arrodilló y llevó su cara al piso.

—¡Es un honor, señor!

Así sin más me dejó solo.

Mi habitación era la habitación más lujosa que había visto en mi vida. No los quiero aburrir con descripciones, porque sé lo que ustedes quieren oír, peros solo diré que todo emanaba una riqueza incalculable.

Esa noche me llevaron una comida a mi cuarto y después de probar esas delicias que afrodisiacas caí en un sueño profundo. Me despertó un retumbar enorme, como una respiración excitada y potente que parecía salir de las paredes mísmas. Me vestí lo más rápido que pude y bajé las escaleras. Abajo el hall estaba vacío. Había cientos de mozos todos esperando quietos como estatuas. Uno me vino a pedir que volviera a mi habitación, pero entonces el botones llegó para interrumpirlo.

—Es el amigo del señor.

El otro hombre quedó muy impresionado. Me dejaron tranquilo. Recorrí todo el castillo, unos salones gigantes de techos que más de cincuenta metros de distancia. Todo era desproporcionado y me sentí una ratita en una casa.

Entonces descubrí una puerta roja gigante y pesada. No habría podido moverla ni con una grúa, pero para mi suerte estaba entreabierta. Me asomé dentro y me quedé helado.

En un salón a oscuras donde solo caía una luz blanca desde el techo como si fuera el fondo de una cueva se amontonaban cientos de personas desesperadas y desnudas amontonadas unas sobre otras. En un principio pensé que estaban peleando pero entonces descubrí lo que sucedía en verdad. Debajo de ellas había un cuerpo gigante que se enderezó brillando bajo la luz blanca. Era una espalda gigante de músculos inmensos más ancha que una casa y en forma de la V más perfecta. Sobre ella asomaban dos hombros gigantescos y de una fuerza inimaginable que se tensaban como si tuvieran cientos de sogas bajo la piel. De ahí salían los brazos más fuertes y poderosos que ni siquiera había podido imaginar en sueños. Músculos gigantes y perfectos tensándose y volviéndose más grandes. Duros como piedras y lamidos por cientos de personas desesperadas al borde del delirio. El gigante se dio vuelta y pude ver su cara: era Fran. Pero aunque era él mismo parecía haberse vuelto otra persona, u otro ser. De todo su cuerpo tensado de músculos, de fuerza y masculinidad emanaba una belleza salvaje, algo que hacía a uno querer arrancarse la ropa y correr para sentir semejante fuerza. Ahí estaba Fran riéndose mientras todos esos hombres y mujeres despechados lamían y tocaban su cuerpo gigante y duro, su pecho increíble, la cosa más enorme y fuerte que vi en mi vida. Era un macho potentísimo y gigante. Una bestia. Cuando habló por poco acabé encima:

—Sientan mi increíble cuerpo gigante, mierdas, sientan mi musculatura. Adoren a este macho impresionante. Adoren mi fuerza, mis brazos enormes, mi gigantescas piernas, todo mi cuerpo es una montaña de músculos, soy el hombre más fuerte del mundo, soy una bestia.

Y ahí todas esas personas desnudas acababan con solo verlo flexional sus brazos, su pecho perfecto, gigante y potente. La figura gigante de un hombre que para sorpresa de todos estaba creciendo. Cada vez más grande, cada vez más fuerte, con músculos más bellos, mas duros, mas perfectos. Entonces vi ascender una pija de un tamaño imposible, más grande que una persona, y larga como un colectivo. Era un pene descomunal y duro. Tan duro como el resto de su increible cuerpo. Y cuando llegó a pararse toda empezó a emanar leche, una cantidad imposible de leche que caía como una cascada de espuma sobre las personas que tomaban de ella intentando ahogarse en eso. Y Fran creciendo y riéndose. Flexionando su cada vez más enorme cuerpo.

—Jajaja, tomen mi leche, mierdas diminutas, sientan mi fuerza, mi increíble y gigantezco cuerpo.

Pero entonces todas las personas desesperadas con los ojos en llanto se hicieron a un lado y dejaron que un señor se quedara solo en el medio. Debía tener cuarenta año, era un hombre como cualquier otro pero en lágrimas, emocionado, con la pija después de haber acabado varias veces y desnudo y flaco. Fran dijo:

—Tuviste suerte, mierda —mientras ponía una gigantesca mano en su gigantesca pija y la hacía crecer un poco más—. Vas a sentir la fuerza que tengo en este cuerpo inmenso.

Después Fran miró su propio cuerpo y dijo:

—Uh, estoy gigante, miren mis músculos —y se puso de pie.

Era tan enorme que los hombres y mujeres solo le llegaban hasta la rodilla.

Fran flexionaba sus brazos y su pecho haciendo que sus músculos crecieran todavía más. Era cada vez más inmenso, más fuerte y más macho.

—Estoy durísimo. Soy una bestia.

Y ni bien dijo eso levantó al hombre con una mano y lo apretó contra su cuerpo como si lo quisiera limpiar contra su pecho peludo y musculoso.

—Sentí mis tetas gigantes, mierda, sentí mi cuerpo de hombre y mi musculatura creciendo. Cada vez soy más grande. Sentí a este macho volverse inmenso. Soy una fortaleza, un gigante forzudo, soy el hombre más increíble y enorme del mundo.

Y cuando dijo eso su pecho se multiplicó por dos haciendo sus tetas rebotar antes de ponerse duras de vuelta. Fran se río y su pija se hizo más grande y lanzó un mar de leche. El hombre entre sus pectorales estaba apretado en el cielo. Fran lo agarró y lo apoyó en la punta de pija gigante. Desde ahí podía ver la absoluta inmensidad de sus músculos, su enorme cuerpo ancho, el tamaño descomunal de sus hombros, sus brazos poderosisimos y todo su torso transpirado emanando fuerza y creciendo con cada segundo.

El hombrecito dijo:

—Sos demasiado grande, tu pija en inmensa, sos un dios.

—Soy el semental más musculoso y fuerte del mundo —dijo Fran y de un pijazo lo partió en dos.

Eso hizo que su cuerpo se multiplicara y se volviera imposible.

Ese fue el primer sacrificio que vi hacerse al gigantezco cuerpo de Fran.

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1 hour ago, dangerdanger said:

CUATRO

 

Durante el mes que Fran se fue a visitar a unos clientes yo soñé cada noche con su inmenso y musculoso cuerpo. En mis sueños Fran crecía de una forma desproporcionada y sus músculos adquirían un tamaño y una densidad imposible. Podía ver su pecho inflarse, sus brazos volverse más sólidos, los bíceps cada vez mas grandes, podía ver sus hombros como rocas gigantes y su espalda expandiéndose delante mío mientras sus piernas aumentaban su fuerza, su tamaño irreal y se volvían mas gruesas. Y Fran cada vez más grande y más fuerte, flexionando todo su cuerpo para que yo sintiera lo fuerte que estaba mientras me apretaba contra la pared. Solo eso. La pared de un lado, Fran con su pecho cada vez más enorme del otro y yo en el medio. Mientras él me decía:

—Sentí mi cuerpo, enano. Sentí lo enorme que estoy. Sentí mi pecho. Sentí mis brazos. Sentí mis músculos increíbles. Sentí mi fuerza de macho. Tengo un cuerpo increíble.

Me despertaba todas las noches después de haber acabado.

Cuando pasó un mes de que se fuera un señor vestido de traje me tocó el timbre de la puerta. No era un traje moderno, por el contrario, todo lo suyo parecía de otro tiempo. Como salido de una película del siglo pasado.

Se presentó del siguiente modo:

—El señor me pidió que lo viniera a buscar.

—¿El señor? —pregunté.

—Usted lo debe conocer como Fran…

Eso me dejó pasmado. En la calle había una camioneta negra. El viejo ese era un cochero. Me dijo que ”el señor” lo había mandado a buscarme, ya que había que dejar el departamento donde yo estaba viviendo.

Eso no me dejó demasiada alternativa. Junté mis cosas y me subí a la camioneta.

—¿A dónde vamos? —le pregunté y recibí esta respuesta:

—Al castillo.

Eso me causó un estremecimiento más grande, como si tirara una piedra en un pozo y me quedara esperando el golpe en el fondo.

De más está decir que el fondo quedaba mucho más lejos de lo que yo creía.

En algún momento del viaje me quedé dormido, habremos viajado durante horas. La ciudad había quedado lejos y lo mismo con los caminos asfaltados. Hacía tiempo que íbamos por un camino de tierra. Entonces vislumbré las montañas delante nuestro. Así estuve mirando el gigantesco paisaje a mi alrededor hasta que el movimiento me volvió a dar sueño. Cuando me desperté nos habíamos detenido.

Estábamos a las puertas del castillo más enorme que había visto en mi vida. Era una estructura de piedras enormes puestas con una maestría impensable unas sobre otras, pero lo que más me dejó impresionado fue el tamaño descomunal de la puerta de entrada. Debía tener más de veinte metros de alto. El castillo emanaba un frío feroz.

El cochero le dio mis maletas a un joven que por la ropa supuse que sería un botones que me sonrió y me llevó dentro. El salón de entrada estaba lleno de personas a las que por sus atuendos y su aspecto no dude en catalogar de ricos. Gente con mucha plata, vestidas con ropas más caras que mi departamento, con cosas brillantes y cara de cagar dinero. El botones me llevó por una escalera hacia el primer piso y por un pasillo hasta mi habitación. Dejó mis cosas detrás de la puerta y dijo esto:

—Disculpe, ¿es verdad que usted es amigo del señor?

—¿Señor? —pregunté pero entonces recordé la frase del cochero—. Sí, sí, somos amigos.

Y ahi sin que me diera tiempo de nada el botones se arrodilló y llevó su cara al piso.

—¡Es un honor, señor!

Así sin más me dejó solo.

Mi habitación era la habitación más lujosa que había visto en mi vida. No los quiero aburrir con descripciones, porque sé lo que ustedes quieren oír, peros solo diré que todo emanaba una riqueza incalculable.

Esa noche me llevaron una comida a mi cuarto y después de probar esas delicias que afrodisiacas caí en un sueño profundo. Me despertó un retumbar enorme, como una respiración excitada y potente que parecía salir de las paredes mísmas. Me vestí lo más rápido que pude y bajé las escaleras. Abajo el hall estaba vacío. Había cientos de mozos todos esperando quietos como estatuas. Uno me vino a pedir que volviera a mi habitación, pero entonces el botones llegó para interrumpirlo.

—Es el amigo del señor.

El otro hombre quedó muy impresionado. Me dejaron tranquilo. Recorrí todo el castillo, unos salones gigantes de techos que más de cincuenta metros de distancia. Todo era desproporcionado y me sentí una ratita en una casa.

Entonces descubrí una puerta roja gigante y pesada. No habría podido moverla ni con una grúa, pero para mi suerte estaba entreabierta. Me asomé dentro y me quedé helado.

En un salón a oscuras donde solo caía una luz blanca desde el techo como si fuera el fondo de una cueva se amontonaban cientos de personas desesperadas y desnudas amontonadas unas sobre otras. En un principio pensé que estaban peleando pero entonces descubrí lo que sucedía en verdad. Debajo de ellas había un cuerpo gigante que se enderezó brillando bajo la luz blanca. Era una espalda gigante de músculos inmensos más ancha que una casa y en forma de la V más perfecta. Sobre ella asomaban dos hombros gigantescos y de una fuerza inimaginable que se tensaban como si tuvieran cientos de sogas bajo la piel. De ahí salían los brazos más fuertes y poderosos que ni siquiera había podido imaginar en sueños. Músculos gigantes y perfectos tensándose y volviéndose más grandes. Duros como piedras y lamidos por cientos de personas desesperadas al borde del delirio. El gigante se dio vuelta y pude ver su cara: era Fran. Pero aunque era él mismo parecía haberse vuelto otra persona, u otro ser. De todo su cuerpo tensado de músculos, de fuerza y masculinidad emanaba una belleza salvaje, algo que hacía a uno querer arrancarse la ropa y correr para sentir semejante fuerza. Ahí estaba Fran riéndose mientras todos esos hombres y mujeres despechados lamían y tocaban su cuerpo gigante y duro, su pecho increíble, la cosa más enorme y fuerte que vi en mi vida. Era un macho potentísimo y gigante. Una bestia. Cuando habló por poco acabé encima:

—Sientan mi increíble cuerpo gigante, mierdas, sientan mi musculatura. Adoren a este macho impresionante. Adoren mi fuerza, mis brazos enormes, mi gigantescas piernas, todo mi cuerpo es una montaña de músculos, soy el hombre más fuerte del mundo, soy una bestia.

Y ahí todas esas personas desnudas acababan con solo verlo flexional sus brazos, su pecho perfecto, gigante y potente. La figura gigante de un hombre que para sorpresa de todos estaba creciendo. Cada vez más grande, cada vez más fuerte, con músculos más bellos, mas duros, mas perfectos. Entonces vi ascender una pija de un tamaño imposible, más grande que una persona, y larga como un colectivo. Era un pene descomunal y duro. Tan duro como el resto de su increible cuerpo. Y cuando llegó a pararse toda empezó a emanar leche, una cantidad imposible de leche que caía como una cascada de espuma sobre las personas que tomaban de ella intentando ahogarse en eso. Y Fran creciendo y riéndose. Flexionando su cada vez más enorme cuerpo.

—Jajaja, tomen mi leche, mierdas diminutas, sientan mi fuerza, mi increíble y gigantezco cuerpo.

Pero entonces todas las personas desesperadas con los ojos en llanto se hicieron a un lado y dejaron que un señor se quedara solo en el medio. Debía tener cuarenta año, era un hombre como cualquier otro pero en lágrimas, emocionado, con la pija después de haber acabado varias veces y desnudo y flaco. Fran dijo:

—Tuviste suerte, mierda —mientras ponía una gigantesca mano en su gigantesca pija y la hacía crecer un poco más—. Vas a sentir la fuerza que tengo en este cuerpo inmenso.

Después Fran miró su propio cuerpo y dijo:

—Uh, estoy gigante, miren mis músculos —y se puso de pie.

Era tan enorme que los hombres y mujeres solo le llegaban hasta la rodilla.

Fran flexionaba sus brazos y su pecho haciendo que sus músculos crecieran todavía más. Era cada vez más inmenso, más fuerte y más macho.

—Estoy durísimo. Soy una bestia.

Y ni bien dijo eso levantó al hombre con una mano y lo apretó contra su cuerpo como si lo quisiera limpiar contra su pecho peludo y musculoso.

—Sentí mis tetas gigantes, mierda, sentí mi cuerpo de hombre y mi musculatura creciendo. Cada vez soy más grande. Sentí a este macho volverse inmenso. Soy una fortaleza, un gigante forzudo, soy el hombre más increíble y enorme del mundo.

Y cuando dijo eso su pecho se multiplicó por dos haciendo sus tetas rebotar antes de ponerse duras de vuelta. Fran se río y su pija se hizo más grande y lanzó un mar de leche. El hombre entre sus pectorales estaba apretado en el cielo. Fran lo agarró y lo apoyó en la punta de pija gigante. Desde ahí podía ver la absoluta inmensidad de sus músculos, su enorme cuerpo ancho, el tamaño descomunal de sus hombros, sus brazos poderosisimos y todo su torso transpirado emanando fuerza y creciendo con cada segundo.

El hombrecito dijo:

—Sos demasiado grande, tu pija en inmensa, sos un dios.

—Soy el semental más musculoso y fuerte del mundo —dijo Fran y de un pijazo lo partió en dos.

Eso hizo que su cuerpo se multiplicara y se volviera imposible.

Ese fue el primer sacrificio que vi hacerse al gigantezco cuerpo de Fran.

eso cambio todo la trama wwoww felicidades

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Im shook.

Marica pero que ha pasado. Frank se ha convertido en toda una total bestia y sigue creciendo. Era de esperarse ese final, nadie puede con su pija, a de ser aburrido solo tener sus manos para complacerse, espero q su amigo de alguna manera crezca y logren complacerse el uno al otro.

Maravilloso regreso.

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