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Bueno bueno bueno... Ahí va! :P

 

DOS

 

Al día siguiente me desperté tan dolorido que tuve que pasar un rato largo en la cama y en la ducha para que el agua caliente me ayudara. Fran estuvo afuera todo el día. Cuando regresó yo estaba viendo televisión. Puso su enorme mano sobre mi cabeza como si yo fuera un perro y con un movimiento lento y perfecto se sacó la remera para que yo volviera a ver su cuerpo musculoso inflarse y brillar bajo la luz de mi departamento. Ahí me dijo que la gente del consorcio nos había enviado una carta documento. 

Al parecer había llegado a sus oídos que estábamos usando el departamento para la prostitución y eso faltaba al código de conducta. A Fran todo el asunto le causaba gracia. Fue hasta la cocina, abrió a heladera y cómo siempre empezó a tomar leche directamente del envase. Cuando entré a la cocina la imagen del hilo de leche cayendo por entre sus pectorales peludos me dejó sin nada que decir. Yo no sabía si Fran lo hacía a propósito o si siquiera se daba cuenta. Pero su cuerpo era tan grande que ya no era normal. Cada parte de su cuerpo era simplemente tan inmensa que cualquier cosa que hiciera resultaba simplemente alucinante. 

Si flexionaba un brazo para levantar algo los músculos se le inflaban tanto que parecía estar dando un espectáculo de fuerza, si tomaba aire su pecho se inflaba al punto que simplemente no parecía casual, así era todo. Y ni que hablar cuando se rascaba la pija enorme debajo del pantalón. Era simplemente una imagen demasiado tremenda para que yo no pudiera quedarme sin palabras.
—No pasa nada, enano —me dijo acercándose.

Retrocedí para dejarlo pasar y quedé de espaldas contra la pared. Fran se paró a dos centímetros de mi. Sus piernas eran dos columnas peludas e inmensas que me tapaban toda la mirada. Sobre mi cabeza colgaba su pija monstruosa y más arriba de eso sobresalían las montañas peludas de sus pectorales. Encima de todo eso Fran me miraba.
—Conseguí un departamento —dijo.
—¿Un qué?
—Un departamento, enano —dijo como si nada y tomó un poco más de leche que resbaló suave sobre una de sus tetas musculosas y cayó sobre mi cabeza—. Nos mudamos.
—Fran… —dije.
—Esta vez me encargo yo —dijo—. Vas a ser mi huésped —dijo y se acercó todavía más, ahora sí presionándome con sus piernas inmensas cubiertas de músculos gigantes.

Intenté defenderme con mis manos, pero no pude hacer nada más que sentir la fuerza sus muslos presionándome.
—No te preocupes —escuche que decía porque yo ya no podía ver nada—. No te voy a cobrar por vivir conmigo. Vos no vas a poder vivir más acá y yo necesito un lugar en el que no me hagan quilombo por trabajar.
—Fran…
—Necesito coger más —dijo y flexionó las piernas. Pude sentir como se volvían de piedra bajo mis manos—. Estoy haciendo buena guita, pero seguro puedo hacer mucho más. ¿Te imaginás si me vuelvo más musculoso? ¡Ja! ¡Me voy a forrar de dinero! Voy a ser el hombre más musculoso y rico del mundo.
—Fran…
—¿Te dan ganas, putito? ¿Qué decís? Te venís conmigo y me ves garchar todos lo días sin gastar un peso. Vas a poder ver todos los días el lomo que tengo y como me vuelvo más inmenso. Es mucho más de lo imaginaste en tu puta vida. ¿Qué decís? Querés ver lo grande que me pongo. Imaginate el tamaño de mi pija, voy a ser una bestia.
—Fran, no puedo respirar.

Apretó un poco más.
—No podés respirar de lo grande que estoy, enano. Esta casa de mierda ya se volvió demasiado chica para un chabón tan grande y musculoso como yo. Ni por las puertas paso ya. Entonces quedamos así, te venís conmigo —dijo y me levantó con ambas manos—. Abrazo de compañeros de cuarto —dijo.

Y apretó mi cara contra sus imposibles pectorales mientras se reía.
—La vamos a pasar en grande —dijo—. Bien grande como mis músculos.

Después me dejó y se fue a bañar. Yo había acabado tres veces en un menos de cinco minutos.

El departamento que Fran había alquilado quedaba en el barrio más caro de la ciudad. Yo no entendía como hacía para pagar semejante cantidad de guita, era simplemente demasiado caro. Tardé unos días en entender qué estaba sucediendo.

El departamento era un loft de más de cien metros cuadrados y dos pisos. Solo tenía un cuarto por lo que nuestras camas (la suya King size y la mía más pequeña) quedaron en el mismo espacio. Yo simplemente no entendía nada.
—¿Te molesta compartir cuarto conmigo, enano? —dijo cuando apoyó la cama que había cargado con un solo brazo durante los cinco pisos.

Se sacó la remera y se secó la transpiración de su pecho y sus abdominales. Flexionó ambos brazos para mostrarme el tamaño de sus músculos y dijo:
—Imaginate verme en bolas todos los días.

Yo simplemente no podía entender que estaba pasando.

Esa misma noche un viejo golpeó la puerta. El tipo debía tener cincuenta años. Había traído un vino carísimo y un kilo de helado. Cuando yo abrí la puerta quedó desconcertado.
—¡Antonio! —lo llamó Fran.

Se había terminado de bañar y estaba en medio del loft, con una toalla alrededor de la cintura y todo su increíble torso al aire, mojado y brillando. Cada movimiento de su cuerpo resaltaba su pecho, sus hombros como piedras y sus brazos abultados.

Antonio me dio la botella de vino y el kilo de helado y con la boca abierta caminó como un tarado a los brazos de Fran. Él lo levantó como si fuera un bebé y lo cargó hasta el cuarto mientras Antonio acariciaba esos dos pectorales inmensos como si fueran un tesoro (y lo eran).
—Dios mio, Fran, que pecho que tenés. Sos enorme!
—Esta noche mis músculos son todos tuyos.

Yo no podía creer lo que pasó después. Antonio adoró el cuerpo inmenso de Fran mientras él se cagaba de risa.

—Dios mio, Fran! Sos el hombre mas musculoso que vi en mi vida. Dejame besar tu pecho, tus hombros, tus brazos. ¡Que fuerte que estás! ¡Que macho que sos!

Tocó y besó todos sus músculos hasta que Fran se cansó y se levantó. Dejó caer la toalla y su pija gigante se elevó como un mástil.

—Fran... sos demasiado grande... No... por favor no... Me vas a matar...

—Tranquilo, putito —le dijo Fran mientras lo alzaba y lo sentaba sobre su pija—. Afloja que te va a gustar.

Y lo violó varias veces. Su pija era demasiado grande. Era simplemente irreal.

—¿Qué pasa, Antonio? —le decía Fran mientras lo violaba— ¿La tengo demasiado grande? ¿Soy demasiado hombre para vos?
Yo me senté en mi cama, frente a la suya y me tomé el vino y me bajé todo el helado mirando a Fran penetrando a Antonio, haciendo que se tragara toda su leche y apretándolo contra su pecho para que sintiera la fuerza y el tamaño de sus músculos. El espectáculo fue impresionante. Fran se reía a carcajadas y me miraba cada tanto para ver mi expresión.

—¿Disfrutando el show, putito? ¡Mirá el lomo que tengo! —decía y apretaba a Antonio contra sus pectorales hasta que el viejo se empezaba a ahogar.

Después volvió a cogérselo para que yo viera su pija gigantesca y parada abriendo un agujero enorme en el culo de Antonio.
Ahí descubrí que esa noche sola había servido para pagar por el alquiler por dos años. Así de caros se habían vuelto el inmenso cuerpo musculoso de Fran.

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  • 4 weeks later...
  • 2 weeks later...

TRES

 

Fran no había dejado de entrenar. Todos los días, cuando me levantaba, él ya se había ido al gimnasio y cuando yo volvía del trabajo él todavía no había vuelto. Nos veíamos cada vez menos y a veces él ni siquiera venía a dormir a la casa.
En algún momento había empezado a pensar que Fran había alcanzado un tamaño después del cual no crecería más, pero me había equivocado. Unos meses después de habernos mudado entró a la casa, acababa de terminar de entrenar, se sacó la remera y pude ver lo que había estado sucediendo en todo este tiempo que nos habíamos visto poco. El tamaño de sus músculos se había duplicado. Sus pectorales tenían un volumen imposible, lo mismo sucedía con sus hombros que eran más grandes que mi cabeza y sus brazos que parecían piedras. Todo en su cuerpo parecía haberse inflado hasta lo increíble. No solo eso: era todavía más alto.
—¿Que hacés, enano? —me dijo— ¿Que tal la vista desde el subsuelo del mundo?
Dijo y se sacó toda la ropa delante mio. No pude evitar acabar con solo verlo.
—Ja, ¿Que pasó, putito? ¿Te acabaste encima? ¿Soy demasiado hombre? A que te morís de ganas de tocar todo mi gigantesco cuerpo.
Era verdad.

A los pocos días tocaron el timbre. Desde la cama Fran me dijo que bajara a abrir. Era un hombre vestido con el traje más caro que había visto en mi vida. En la puerta estaba estacionado en doble fila un Mercedes Benz y un pelado con cara de malo. Era su chofer. El hombre debía tener unos cuarenta años, se notaba que tenía mucho pero mucho dinero. En el momento no me di cuenta, pero a los dos días vi su foto en el diario: era el dueño de una de las empresas más importantes del país.
Subimos y Fran vino a recibirlo. Solo llevaba puesta una toalla alrededor de la cintura y todos sus músculos brillaban inmensos como si tuvieran luz propia. El empresario se asustó del tamaño de Fran pero al mismo tiempo se le paró la pija debajo del pantalón. Era entendible que tuviera miedo, Fran se había vuelto un gigante inmenso, cubierto de unos músculos aterradores. No había nadie en el mundo que fuera tan musculoso como él.
—Tranquilo, campeón —le dijo—, no voy a lastimarte. Soy una bestia, pero no soy malo —dijo y flexionó ambos brazos.
El empresario no pudo evitarlo. Se acercó y apoyó sus manos sobre esas gigantescas piernas mas altas que él. Fran tensó los músculos y sus piernas adquirieron un tamaño todavía más desproporcionado. El hombre empezó a besar sus piernas mientras Fran sonreía, flexionaba los brazos y se besaba los enormes biceps.
Después lo levantó y lo llevó hasta su cama. Lo tiró ahi, le arrancó la ropa y se paró delante de él para que viera su increíble musculatura.
Su pija monstruosa hizo saltar la toalla. Al hombre le caían lágrimas por los ojos. 
—¿Que pasa, puto? ¿Nunca viste un hombre tan enorme? ¿No era esto lo que querías? —dijo y empezó a masturbarse con una mano esa pija que parecía mas un cañon que una pija de hombre.
Fran lo levantó y le metió un dedo en el culo.
—Aflojá que te va a gustar —dijo.
Pero el hombre pedía por favor.
—No lo hagas, te pago todo, pero no por favor, sos muy grande, tenés una pija gigante, me vas a matar, por favor —decía mientras intentaba soltarse.
—Tranquilo —le decía Fran con una sonrisa, le encantaba que todos tuvieran miedo del tamaño de su cuerpo—. Es verdad que soy un poco enorme y que tengo una fuerza descomunal. Si quisiera podría matarte de un solo pijazo, pero no te preocupes. Prefiero abrirte el culo bien despacio y que sientas lo grande y duro que estoy.
Y después de eso empezó a violarlo despacio. Fran se reía mientras el hombre pataleaba de dolor y le pegaba en el pecho y en los abdominales. Los músculos de Fran era tan grandes que era como pegarle a una pared y mientras tanto iba bajando a lo largo de esa pija gigante y dura como la piedra.
—¿Que pasa, putito? ¿Estoy demasiado grande? ¿No era esto lo que querías?
—Sos muy grande, por favor, sacala, si, si si, que grande que sos dios mio... sos enorme —decía mientras acariciaba el pecho inmenso de Fran y todos sus músculos.
Fran de moría de risa.
—Mirá este putito –decía con el hombre clavado en su pija que se alzaba como un mástil—. Mirá como grita.
Así estuvo toda la noche, violándolo hasta que el hombre perdió la conciencia. Se despertó al día siguiente, cuando Fran se había ido al gimnasio. Antes de irse me dejó una cajita y me dio un fajo de billetes.
—Te pido que digas nada.
La plata era para que no hablara; la caja era para Fran.
Por la noche Fran llegó del gimnasio. Su cuerpo era cada vez más irreal. La puerta ya le quedaba tan chica que tenía que agacharse, ponerse de lado y pasar con cuidado.
Le di la cajita y la agarró con dos dedos. Sacó unas llaves y dijo:
—Excelente.
Me puso sobre su hombro y me llevó al garage. Ahí solo había una camioneta gigante, de esas que tenes que subir una escalera para poder llegar al asiento. Era del tamaño de Fran. Yo nunca había visto una camioneta tan grande. Fran se sentó y prendió el motor. Era perfecta para él. Después se bajó y dijo:
—Mirá esto, putito, te voy a mostrar lo que puede hacer un verdadero hombre.
Se arrancó la remera y todo su cuerpo gigantesco quedó expuesto. Sus brazos se había vuelto todavía mas grandes. Pasó una mano por debajo de la camioneta, tomó aire y la levantó. Las ruedas traseras quedaron en el aire. Después pasó la otra mano y levantó la camioneta gigante sobre su cabeza.
Todos su cuerpo parecía tallado en oro, en un oro brillante y duro. Todos sus músculos estaban creciendo delante de mis ojos.
—Mirá el tamaño de mi cuerpo, putito. Mirá lo que puede hacer un semental lleno de músculos —dijo y se puso a hacer hombros con la camioneta.
La subía y la bajaba.
Cuando terminó la dejó en el piso otra vez y se acercó hasta pararse a centímetros míos. Yo retrocedí y tropecé. Desde el piso pude ver su gigantesco cuerpo cubierto de músculos imposibles.
—Mirá el cuerpo de un verdadero macho —dijo y flexionó sus brazos.
Todo su cuerpo brillaba y su pija inmensa creció de golpe y rompió el pantalón debajo del cual se escondía. Acabé sin poder evitarlo y Fran se fue a darse una ducha mientras se moría de risa.
Una sola noche con Fran salía lo mismo que la camioneta más cara del mercado.

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