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Después de entrenar


Atrey

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Va una historia corta para contribuir con las historias en español. Tengo otra pendiente que no sé cuándo retomaré.

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Después de entrenar

Pedro llegó a su casa tras un largo viaje en autobús desde la facultad. Hacía rato que era de noche, habría deseado tener energía para estar un rato en internet, quizá hacer de cenar algo más elaborado que una sopa instantánea y, para variar, hablar un poco con sus amigos, pero estaba tan cansado que ese día seguramente sería igual que el resto de su semana: simplemente pondría una serie en Netflix, comería cualquier cosa y caería rendido en su cama. La diferencia era que al fin era viernes, al otro día no tendría que hacer nada más que descansar y dormir todo el día.

Quizá no había sido tan buena idea entrar al equipo de futbol de la facultad. A Pedro siempre le había gustado ver y jugar, era relativamente bueno, pero nunca había estado en un equipo y ya tenía un par de años de que su mayor ejercicio era subir las escaleras de la universidad. Había pensado en entrar al equipo como un modo de hacer ejercicio y hacer amigos, además de que ver a otros deportistas en las duchas tampoco estaba mal. Sin embargo sus expectativas no correspondían por completo con la realidad.

Esa semana había empezado un entrenador nuevo y las rutinas que les ponían a hacer eran terribles. Pedro nunca se había ejercitado tanto en su vida, el entrenador los hacía correr kilómetros, hacer cientos de lagartijas y sentadillas, los mandaba al gimnasio a realizar rutinas de dos horas de duración para terminar con otra carrera. Él muy apenas podía completar la mitad de los ejercicios, aun el más experimentado de sus compañeros muy apenas llegaba a realizar todo y el entrenador de todos modos siempre agregaba algo más. Lo extraño es que de futbol había poco en esa rutina.

Se habían quejado el segundo día, pero les habían contestado que simplemente era el modo en que él hacía las cosas y sus resultados demostraban su capacidad. Lo cierto es que al final de la semana Pedro ya encontraba cierto placer en ver hasta dónde llegaría cada día. No había hecho ningún avance, pero quizá podría llegar a un poco más en unos meses.

Se descalzó y se quitó el jogger y la camiseta que traía, se vio en el espejo. Claramente se notaba su falta de ejercicio, sus piernas no resaltaban mucho, su pecho apenas y sobresalía de su cuerpo y se asomaba una discreta panza en su abdomen. Suspiró y tomó su mochila, abrió el armario y la arrojó dentro sin pensar mucho. Clac. Algo sonó en la mochila. Había olvidado completamente lo que había dentro. El entrenador les había dado a cada uno un frasco con vitaminas y les dijo a todos que tenían que tomar una cada semana empezando ese viernes.

Pedro se sirvió un vaso de agua y tomó la pastilla sin pensar mucho en eso. Se dio una ducha rápida, se puso un short y una camiseta vieja y se puso a ver una serie en Netflix. Era un anime que le habían recomendado sobre un tipo muy fuerte que podía derrotar a sus enemigos con una facilidad pasmosa. Era entretenida, pero pronto comenzó a ganarle el cansancio del día. No pasó mucho tiempo antes de que se quedara dormido en el sillón.

Tuvo sueños extraños, jugaba futbol en un gran estadio, el solo contra todo el otro equipo. Aun así podía correr más que ninguno, daba balonazos que cruzaban la cancha de punta a punta y anotaba con precisión. Los otros no estaban a su nivel. Él era más alto, más fuerte, más rápido.

 

Despertó con una erección enorme. Se vio los shorts y los vio manchados en donde se levantaba un bulto firme. Hacía años que no tenía un sueño húmedo. Pedro vio la hora. Pasaba ya de mediodía, había dormido más de 16 horas. Definitivamente ese entrenamiento lo había dejado exhausto. Estiró los brazos y se levantó del sillón para cambiarse. Cuando se quitó el short soltó un grito ahogado.

¿Esas eran sus piernas? Eran de al menos el doble del tamaño que la noche anterior. Sin duda eran piernas de un futbolista de años, se notaba cada músculo en ellas, sus pantorrillas eran firmes y sobresalían cada vez que movía un poco cada una. Las sentía fuertes, capaces de correr por horas, de completar cualquier régimen que les pusiera.

Se quitó la camiseta y se vio un pecho bien fibrado, muy marcado. En su estómago ya no había rastro de la panza del día anterior, más bien se notaban unos ligeros abdominales. Levantó su brazo y flexionó sus biceps, respondieron al instante, una esfera de músculo bien delineada.

Pedro flexionó todo su cuerpo de una vez. Y contempló extasiado las fibras de sus músculos, sintió la sangre recorrer su cuerpo y notó que poseía una gran fuerza y resistencia, sabía que la tenía. Se sujetó el pene con su mano y no pudo evitar masturbarse mientras se veía en el espejo. En un día había avanzado más que cualquier deportista de su universidad, pensó en semejantes y se le vino a la cabeza las fotos de Cristiano Ronaldo flexionando su cuerpo, enseñando su condición de macho.

Se vino furiosamente a chorros. Expulsó tres, cuatro, cinco chorros grandes de esperma que terminaron en el suelo. No entendía que había pasado. Se dio una ducha rápida y comenzó a preparar comida. Tenía un hambre bestial, hizo lo que había en la alacena, pero no era mucho, no era suficiente. Mientras cocinaba iba de vez en cuando al espejo y se veía. Decidió pedir también una pizza extra grande, quizá también cenaría eso.

 

Comía un gran plato de pasta cuando pensó en las vitaminas. Era obvio. Qué otra cosa podía ser más que eso. Se levantó y vio el empaque, pero no decía mucho, complejo deportivo, tomar una cápsula a la semana, en caso de efectos secundarios suspender su uso. Quitó la tapa y vio las pastillas, eran pequeñas. Qué podía pasar si tomaba una más, seguro su cuerpo podría resistirlo, agarró una pastilla y se la metió a la boca sin pensarlo más. Esta vez estaría despierto para ver qué pasaba.

 

Se desnudó y se vio ante el espejo. Su pene se puso duro de nuevo, sentía la sangre fluir aun más libremente por su cuerpo. Estaba tan excitado que veía el palpitar de la sangre en su pene. Uno dos uno dos uno dos. La excitación lo dominó cuando vio que crecía con cada palpitar. No mucho, quizá unos milímetros, pero era claro que estaba creciendo. Pero no era lo único. Su pecho parecía palpitar también, inflándose un poco cada vez, sus piernas hacían lo propio poniéndose más y más duras y grandes. Los músculos se distinguian claramente. Pronto ya no necesitó flexionar sus brazos para que se notaran sus biceps y sus triceps. Se veían a simple vista. De un cuerpo de futbolista profesional había pasado al de un culturista amateur. Su pene había crecido quizá un par de centímetros. Tomó una regla y confirmó que ahora medía unos buenos 18 cm de largo.

Pedro se masturbó de nuevo contemplando al adonis que estaba frente a él. Los abdominales en su estómago se marcaban sin ningún esfuerzo logrando un six pack que terminaba en unos oblicuos que llevaban luego a su poderosa verga. Habría dado cualquier cosa por estar con alguien así un día antes y ahora él era así.

 

El hambre había vuelto. Fue una fortuna que en ese momento sonara el timbre. Había olvidado la pizza por completo. Se puso un jersey del Real Madrid que ahora marcaba su pecho y le apretaba ligeramente en los brazos y un short limpio que encontró, no se puso nada abajo y se marcaba su bulto en él. Abrió la puerta y se encontró con el repartidor de frente.

-Um. Hola- murmuró el repartidor con nervios- traigo su pizza.

-Gracias- contestó Pedro notando la reacción que provocó. Le gustó.

-S.. s... son 140 pesos...

-Sí, tengo el dinero dentro, pasa- dijo.

 

El cuarto olía a semen y a sudor, sin duda a hombre de verdad.

-Perdón por el desorden, necesitaba descargarme ya sabes cómo es esto- dijo mientras flexionaba levemente sus brazos. Un bulto de músculo respondió al instante-. Tengo muchísima hambre, creo que me comeré la pizza entera de una sentada.

Veía un bulto en los pantalones del repartidor, le había prov,ocado una erección y eso le fascinaba. Sentirse deseado, admirado, sentirse superior.

 

-Creo que te gustó algo que viste- dijo Pedro. El chico solo se puso rojo-. Necesitas comer más, mira cómo podrías estar si te ejercitaras un poco.

Se levantó el jersey y mostró sus abdominales. Notó la mirada de deseo del repartidor.

-Jaja, claro que necesitarías muchos años para estar así.

 

Tomó el dinero y se lo dio. Tenía hambre y deseos de estar solo un rato más. Quizá más tarde llamaría de vuelta. Se comió la pizza en minutos. Su hambre era demasiada. Cuando terminó se vio al espejo y admiró cómo se marcaba su pecho en el jersey. Flexionó y la tela se estiró algo más para abarcar su brazo.

 

No pudo resistirlo. Fue por el frasco y tomó otras dos pastillas. El efecto esta vez ocurrió más rápido. De nuevo sintió cómo sus venas hacían circular su sangre por cada fibra de su cuerpo. Su pecho se amplió aun más, sus abdominales comenzaron a verse a través de la tela. Un eigth pack rotundo y ,profundo. Sus piernas se hincharon, ocupando todo el espacio que les dejaba el short. Sus pantorrillas eran del tamaño de lo que había sido su brazo esa mañana. Escuchó un ligero protestar de la tela alrededor de sus biceps, eran del tamaño de una toronja grande y seguían creciendo más y más. Notó que sus hombros se separaban para dar espacio a sus músculos, el jersey parecía casi pintado en su cuerpo a esas alturas. Dejaba notar las fibras de su pecho y de sus hombros. Notó también que los shorts antes le llegaban a las rodillas, ahora llegaban a media pierna. Se debía haber estirado unos centímetros. Vio que su cabeza llegaba más arriba del límite del espejo. Debía medir ahora unos buenos 1.85 cm de altura.

 

El bulto que se marcaba en sus shorts era obsceno, se los arrancó y contempló con fascinación unos 21 cm de carne erecta.

Su cuerpo parecía el de un culturista experimentado. Cercano quizá a los de algunos instagramers que seguía y que eran celebridades por sus cuerpos y sus actitudes.

 

Levantó el teléfono y pidió más comida. Sabía que volvería el hambre y sabía que seguiría creciendo. Seguro el entrenamiento seguiría dando frutos, pensó mientras tomaba un par de pildoras más.

 

 

 

 

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